de la madre que llora un desconsuelo
que embellece tu rostro de azucena.
La sangre derramada por el suelo,
la palma del martírio, en la patena,
es la ofrenda que de Córdoba hasta el cielo
sube de esta heroica ciudad que implora
que eres de los Mártires Reina y Señora."
(Fragmento del Pregón de D. Jesús Cabrera Jiménez. Córdoba,Cuaresma de 1.992)
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