A RICARDO, NUESTRO HERMANO MAYOR

Como ocurriera en tantas madrugadas del Viernes Santo en el cancel de San Hipólito al filo de las doce, un nazareno alto, de ruán negro y esparto, con el doblar de las campanas, se ha abierto camino y ha llamado con tres golpes secos- Como entonces, nada más abrirse aquél, ha recibido un abrazo, y como entonces, el Cristo de la Buena Muerte y la Reina de los Mártires le aguardaban dentro, en Silencio-

Querido Ricardo: estas líneas no pueden ser sino cumplimiento de una deuda de gratitud. Desde hace cinco lustros se inscribe mi nombre en la nómina de los hermanos de la Cofradía de la Buena Muerte. A lo largo y ancho de todos ellos, son muchas, muchísimas, las experiencias de una u otra índole que hemos compartido, pero sobresale, sobre todas ellas, algo tan personal como querido por todos: la Estación de Penitencia. !Cómo hemos vivido fielmente el espíritu de la Hermandad-! Al final, ya en el patio, amaneciendo, siempre un abrazo y "el año que viene cuento contigo-". Durante años vivimos juntos la dirección de la Cofradía, compartiendo entonces, y después, casi siempre, el punto de vista. Y aún haya existido algún distanciamiento entre tú y yo, tu actitud sirvió para fortalecer más nuestra relación de buenos hermanos. No se me olvida cómo antes de presentarte como candidato a Hermano Mayor, sin tener que hacerlo, quisiste mostrarme tus planteamientos. Te prometí colaboración, y tú, fidelidad al espíritu fundacional, y eclesial de la Hermandad. Puedo decir orgulloso que has cumplido con creces. Este año acompañaste al Cristo por última vez en Su emocionante Vía Crucis. Latía fuerte tu corazón por acudir a la Estación de Penitencia. Pero puedes tener por cierto, que en adelante estarás presente en el corazón de todos, y en el de esos altos y severos nazarenos de ruán negro y esparto que, al filo de las doce, volverán a caminar, en el Silencio y la penitencia de la fría Madrugada. Mientras, tú, desde ese Palco en que te encuentras, al verlos, sabemos que sonreirás junto al Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Madre, María Santísima Reina de los Mártires, que ya te acoge bajo Su manto de oro-Un abrazo, Ricardo.

JUAN L. SEVILLA BUJALANCE. (Publicado en diario Córdoba 15/7/11)