La hermandad del Rocío de Córdoba abandonó en la tarde de ayer la iglesia de San Pedro deAlcántara
Con
la cabeza muy alta, los rocieros cordobeses abandonaban San Pedro de
Alcántara. Al cruzar ayer por última vez el histórico templo, al
Simpecado cordobés no le quedaban por delante nueve días de camino, pero
sí un corto peregrinar que quedará para siempre en los anales de la
hermandad del Rocío. Cohetes, tamboriles, cantos rocieros, pétalos de
flores y vivas a la Blanca Paloma no faltaron para despedir y recibir,
en un mismo día, al Simpecado de la hermandad del Rocío.
La
comitiva rociera, con la Policía Local de gala a la cabeza, abandonaba
la Judería entre el asombro de turistas y viandantes que, móvil en mano,
reproducían lo que sin ellos saberlo era un histórico momento.
Poco a poco, la cofradía se abrió paso entre las angostas calles del
casco histórico, a su paso las hermandades vecinas salieron a despedir a
la corporación rociera; fue muy emotiva la parada en la iglesia de San
Roque ante los titulares de la hermandad del Perdón o poco después ante
el asilo de las Hermanas de los ancianos desamparados.
Pero el
punto álgido llegó a pocos metros de la iglesia de San Pablo,
concretamente ante las puertas del convento de las hermanas de la Cruz.
Allí las religiosas esperaron pacientes al Simpecado y ante un silencio
absoluto entonaron la Salve a la Blanca Paloma.
Quedaba poco
para concluir el corto pero significativo peregrinar de la hermandad
hasta su nueva sede. Un templo de San Pablo que recibió a la hermandad
rociera engalanado de guirnaldas y flores de diversos colores, quizás
como presagio de la nueva etapa de la cofradía, que deja atrás la
penumbra, para abrirse a un culto diario que sin duda enaltecerá aún más
si cabe el cariño y la devoción que Córdoba, alrededor de su Simpecado
blanco y oro, profesa a la Blanca Paloma. Una sagrada insignia que desde
ayer recibe culto en la barroca capilla de Nuestra Señora del Rosario.
(Noticia publicada en el Diario Córdoba 19/02/2012)
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