Como es tradicional el primer sábado de Cuaresma, las cofradías cordobesas se unen para rezar juntas el Vía Crucis, este año presidido por el Cristo de la Buena Muerte.
Finalmente, el Vía Crucis de las cofradías cordobesas, pese a las predicciones meteorológicas, pudo completar su recorrido.
Alrededor de las 17,30 horas de la tarde, en la Real Colegiata de San Hipólito, todo estaba previsto para que el Santísimo Cristo de la Buena Muerte fuera el protagonista de los rezos de los cofrades cordobeses.
De este modo, tras la comitiva, encabezada por la cruz de guía de la hermandad de la Buena Muerte, iban los estandartes de la mayoría de las corporaciones de gloria y penitencia agrupadas.
Ya con los ciriales en la puerta del templo, se hizo el silencio que caracteriza a esta cofradía; levemente, entre una espesa nube de incienso, apareció la serena imagen del Santísimo Cristo de la Buena Muerte. El silencio quedó roto por la exquisitez de los acordes del quinteto musical que acompañó en el rezo penitencial a la Muerte de Cristo.
El Crucificado de San Hipólito, solo exornado con un exuberante centro de iris morado, fue portado por hermanos de la cofradía vestidos de riguroso traje oscuro.
Así, con un intenso sol bañando de luz la imagen, estampa poco usual puesto que la cofradía procesiona en la madrugada del Viernes Santo, comenzaba el piadoso rezo de las cofradías.
El cortejo fue avanzando por las céntricas calles de la ciudad, para poco a poco adentrarse en las cada vez más solitarias calles de la Judería, buscando la Catedral, donde la imagen del Cristo llegó pasadas las seis de la tarde.
Tras el rezo de las correspondientes estaciones en el interior del primer templo, la comitiva retornó de nuevo a San Hipólito, donde numerosas cofradías se despidieron, estaba a punto de dar comienzo la eucaristía.
Minutos después, una leve lluvia comenzó a caer en la ciudad. Para entonces, el Cristo de la Buena Muerte reposaba ya en su templo
(Articulo publicado en el Diaro Córdoba 13/03/2011)
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