REPRODUCTOR DE MUSICA

sábado, 24 de marzo de 2012

EL RITUAL DE LA CERA

ABC asiste a la disposición de la candelería en el paso del Mayor Dolor en el silencio de la noche y en la sobriedad de la iglesia de San Lorenzo. Un delicado y casi matemático ceremonial digno de los viejos oficios


El ritual de la cera
Cae la noche en Córdoba. Las últimas tiendas se cierran y los vecinos del barrio van volviendo a sus hogares. Sin embargo, a la iglesia de San Lorenzo va acercándose un goteo de personas que discretamente golpea la madera de sus puertas ya cerradas. La respuesta que reciben del interior del templo es invariable: «Por atrás». Alfonso Lozano, miembro de la junta de gobierno de la hermandad del Calvario, abre la puerta de la sacristía, y tras unos breves saludos, en voz más bien baja en atención al lugar, los recién llegados se distribuyen por el templo.
Algunos se dirigen al portentoso paso del Nazareno para ultimar sus detalles de cara a su estación de penitencia. El resto busca el palio entre los pilares de la nave lateral. Sobre él está ya situada Nuestra Señora del Mayor Dolor. Frente al paso, Fernando Morillo-Velarde Chiclana, hermano de honor de la cofradía, se afana en la colocación de los últimos candeleros de plata.
Los trabajos sobre la candelería del Mayor Dolor no han comenzado hoy en realidad. Se iniciaron hace varios meses, con una labor previa de diseño, en la que Fernando Morillo-Velarde y Alfonso Lozano fueron ideando la composición que pretenden realizar, plasmándola sobre un papel en forma de esquema, en el que han apuntado la altura y el grosor de cada cirio que precisan.
De su acierto en ese punto dependerá gran parte del resultado estético en la calle. Recibido el pedido y comprobada su corrección, cada cirio se ha limpiado meticulosamente y clasificado por alturas y calibres, encontrándose ahora dispuesto de manera ordenada sobre un paño. Esta ceremonia aún reviste mayor solemnidad entre el silencio del crucero de San Lorenzo a las horas que son de la noche.
Alfonso lozano y Fernando Morillo comentan con ABC la disposición pensada. Sigue la línea de la que en su día planteara el prioste sevillano del Silencio y el Valle Manuel Palomino, completándola con nuevas piezas que desde entonces ha ido adquiriendo la hermandad. 98 candeleros, con calibres que oscilan entre los 50 y los 35 milímetros, a los que se suman 6 cubillos fijados a la peana de la Virgen, proporcionarán 104 puntos de luz para Nuestra Señora del Mayor Dolor. La candelería, alta y rematada en pico, tendrá caídas simétricas hacia cada varal y hacia la calle central, además de una pendiente decreciente que facilitará la iluminación del rostro y la saya. La mayor densidad se producirá en las tandas más bajas, donde se ha agrupado un gran número de candeleros, dejando libre solo el sitio justo para los violeteros del frontal, que integrarán la flor en la composición.

Tecnología para cirios

Entre tanto, Álvaro Doctor emplea uno de los pocos artilugios tecnológicos que esta antigua ceremonia ha admitido con el tiempo: un cilindro de aluminio con una cuchilla y una resistencia eléctrica con el que afila metódicamente el extremo inferior de cada cirio.
Las virutas de cera pura resultantes serán usadas posteriormente para fundir cada vela. Aunque Doctor introdujo el novedoso invento en Córdoba, insiste en que se reconozca el mérito de la invención a un cofrade sevillano, conocido como Antonio «El Calamar».
Mientras Morillo-Velarde comprueba que cada cirio ha sido afilado hasta el punto deseado, Lozano se ha subido al paso, y comienza a envolver cuidadosamente los excelentes candeleros de plata con papel fijado mediante cinta de carrocero. La finalidad es mantenerlos intactos de las salpicaduras que se producirán al fundir la cera e insertar el cirio. Lozano pone especial atención en el sellado de cada cubillo, en una labor que no es rápida, porque cada pequeño proceso relacionado con la candelería se realiza con meticulosidad extrema.

Colocación en el paso

En una pequeña jarra metálica se ha calentado cera, procedente de las raspaduras anteriores, hasta la temperatura que Morillo considera óptima, lo que comprueba acercando al rostro la cantarilla. La colocación se inicia por las tandas superiores. Tras dejar caer en el interior la cantidad justa de cera fundida, se introduce el cirio, previamente limpiado con un trapo por enésima vez.
En breve comienza a fraguar, endureciéndose poco a poco la cera hasta mantener sólidamente la vela. En el frontal y el costero del paso, la aguda visión de sus colaboradores detecta la menor incorrección en la verticalidad, que se subsana sin dificultad en esta fase del fraguado previa a la solidificación.
Morillo-Velarde no es partidario de acelerar el proceso enfriando los candeleros con un paño humedecido, pues, según él, un enfriamiento demasiado rápido podría contraer en exceso la cera dificultando la fijación. Sucesivamente va fundiendo primero uno de los paños para después acometer el otro. Hacerlo así le facilita maniobrar con cierta comodidad entre la cera.
Es ya de madrugada cuando ABC abandona San Lorenzo. Lozano, Morillo-Velarde y Doctor continúan con su tarea en la que con seguridad les sorprenderán las primeras luces, y muy probablemente continuarán otra noche más, con solo breves paradas para un bocadillo o un refresco.
(Articulo publicado en el Diario ABC Córdoba 24/03/2012)

No hay comentarios: